A tientas...

Busqué la luz, como me dijo aquel, después de tantos desengaños, la pluma venció a la espada. Por lo mucho que este zorro luchara por la justicia, la justicia fue siempre ciega a la causa de los más débiles. No hubo contrapeso que equilibrara los doblones de oro. Pero en fín fué bonito y noble mientras duró la inmensidad de una sonrisa de agradecimiento que no está pagado con nada. El amor no se compra, por eso cuando se respira, se acaricia, se comparte y se tiene, uno no piensa en futuro, siempre en presente, es lo único que poseemos de cierto, por eso, el amor duele tanto cuando se pierde, porque tienes la certeza que no lo encontrarás jamás. Amé a Mercedes, como no podré amar a otra mujer; sabía que no podría amarla para siempre, pero me resistía a la idea de no olvidarla nunca, y ahora pienso en ella a todas horas. El éxito que tuve con mis amantes, se lo debo a ellas, que me quisieron sólo para satisfacer mi apetito y nunca para saciar la sed de amor que me dejaba mercedes en la flor de sus labios. Los hombres, los amigos, poquitos de verdad, tan sólo uno me cubria las espalda, mi fiel Fernando, que por cierto detestaba las noches de ronda y borrachera, cuando de mi bolsa salía el dinero que pagaba mujeres y vino. Llegué a un acuerdo con la soledad para vivir de los recuerdos. Ahora me explico muchas cosas, como por ejemplo que luchar no sirve de nada cuando se consigue el triunfo y uno se acomoda: ¿verdad -putos sindicalistas del demonio- ó no era más noble cuando luchábais por los derechos de los trabajadores, antes de adquirir el “carguillo” al que os habeis aferrado?. No es lo mismo un “menda plácido” que Plácido Méndez. ¿Y qué me decís del grande ese como las havas: (mientras más grandes más vaina), que aparece y desaparece por los medios como el Guadiana?. Bueno, empecé bien y ya estoy otra vez divagando...divagando, divagando, pero que sea siempre por la ciudad de la gracia.