Quizás porque en mis tiempos de esplendor tuve que acompañar a mi padre a multitud de actos y cultos en calidad de heredero aristócrata de la burguesía, soportando con una forzada sonrisa aprendida a los hipócritas y fariseos que gastaban su tiempo en grandes galas y recepciones, mientras que el pueblo se moría de hambre. El clero bendecía a las fastuosas mesas de nobles comensales y nuestra clase social pagaba la “gula” a cambio de adquirir indulgencia de ayuno y abstinencia. Por eso, llegada la cuaresma, este Zorro se deprime sobre manera, entre otras cosas al escuchar a los curas barajando trasnochados términos, como el pecado y la penitencia. Sé que puedo herir la suceptibilidad de muchos cofrades y capillitas que por curiosidad visitan esta cueva y alabo, comprendo y respeto -aunque no lo comparto, su devoción y apasionamiento, por este tiempo de vísperas que llaman “de los gozos”. ¿Pero de qué gozos estamos hablando?, si la iglesia os pide todo lo contrario: os demanda preparación, os exige penitencia, os exhorta al ayuno y la abstinencia (naturalmente en otros sentidos menos nutritivos y más espirituales), os anima a la oración y os está continuamente asustando con las cenizas y el polvo de la muerte. Entrais en los templos y ¿qué veis? Más allá del arte y la belleza, de vuestra encendida sensibilidad, ¿que veis?: Sangre, martiniro, luz mortecina, llagas, expiración y mucho, mucho dolor y lágrimas. . Las mismas hermandades y cofradías de penitencia, salen a la noche de la calle frías y silentes, como un cortejo fúnebre que hace el camino de la cruz. Cantos apocalípticos del “perdona a tu pueblo, sálvame Virgen María”. Le engordais el negocio, abarrotais los templos en los cultos cuaresmales -que por otro lado si no existieran las cofradías- se verían abocados a cuatro parejas de ncianos y ¿qué escuchais a cambio de vuestros pastores?: Panegíricos del siglo de oro, basados en el tema a Dios; en el haz lo que digo pero no lo que hago, incluso tienen la osadía de rapapolvear a las cofradías, sopena que son sus mayores y más fervorosos clientes. Sé que los tiempos han cambiado, que ya las cofradías señeras han suavizado sus reglas discriminatorias; que la aristocracia y la nobleza, se ha disfrazado de costalero y suda con vosotros debajo de los pasos, aunque sea una vez al año, pero la iglesia, sí que no ha cambiado su trasfondo, sigue siendo la misma, aquella que me recuerda un tiempo de cuaresma que dejaba a las pobrecitas mentes de los niños tan modocitos y asustados que estaban deseando que llegara el domingo de ramos para estrenar.
Advertencia, este zorro pide disculpas por ser políticamente incorrecto y transgresor.
pues se puede uno pasar cuatro pueblos y volver al mismo sitio de destino, sin necesidad de maldecir ni apurarse. Mi destino es ser feliz, la cuaresma es el camino.
ResponderEliminarVe hacia la luz Caroline
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