ALMA EN DESGRACIA

Ha visitado mi cueva un viejo amigo desesperado de la vida. Es de esas personas que no inspiran pena, puesto que su enorme personalidad y el halo de su genio le preceden, sin embargo, hace que te sientes psicológicamente trastornado, cuando lo ves sumido en la depresión y la angustia vital que respira. Me ha confesado categóricamente que desea suicidarse -sí han leido bien... tal como suena- que está firmemente dedicido a hacerlo pues lo tiene premeditado y alevosamente concebido en su mente desde tiempo inmemorial y que en estos últimos días se ha convertido en obsesión que lo mantiene en duermevela todas las noches. Me cuenta que tiene pensado arrojarse al vacío, pero que le preocupa hacerlo desde el 7º piso donde vive con su familia, por temor al tremendo shock que puede originar tan trágico suceso en su barrio y sobre todo por el daño irreparable que produciría este hecho en la conciencia de su mujer e hijos. Ha pensado también agazaparse en cualquier recodo de un descampado y allí cortarse las venas con un bisturí; cosa que le produce cierto desconcierto, váyase que le domine el pácnico y no pueda soportar el tiempo que se tarda en tan dulce agonía. Me cuenta que ha consultado por internet todas las causas y efectos de los principales venenos letales, pero dice que no está en condiciones de soportar los dolorosos síntomas en los que se produce la muerte al ingerirlos.Está tan dolorido y afectado psicológicamente que rehuye el dolor y es tan cobarde a la hora de afrontar los problemas que le han surgido en la vida, que le puede el miedo e intenta encontrar -como lo ha hecho siempre- más que una razonable solución, una salida. Sé que mi amigo hubiera preferido que yo le asestara una fatídica estocada con mi espada toledana y así poner fín de una vez por todas a sus aprensivas miserias. Pero no le voy a dar esa satisfacción tan absurda como un buen consejo. Lo haría si se tratara de un amigo o conocido culquiera, que viene a pedirme un favor, pero este hombre es diferente. Se trata de un creador, un neoromántico, un insigne escritor y un soñador y poeta, que reparte a diestro y siniestro de manera generosa, altruista y siempre por amor al arte, la belleza y nos hace sentir y vibrar con lo que habla y escribe. Que el mundo no lo comprenda y lo tache de bohemio, irresponsable y poco luchardor, es otra cosa, tan cierta y lamentable como que él se sienta inservible y desgraciado. El nació para escribir y lleva toda su vida haciéndolo, tiene fabricada su obra y el tiempo le dará la razón, de la misma manera que ahora le arrastra hacia la locura. Lo único que me preocupa en estos momentos, es que la gente confunda la inmensa dignidad que atesora este amigo con la etiqueta de patetismo que le quieren imponer los ignorantes de su entorno. Mientras tanto, hoy tengo la certeza que no se suicidará porque nos hemos emborrachado a la salud de la puta vida.