infame vertedero

Tenía aparcado el caso de la desgraciada Marta del Castillo, descorazonado por la sarta de despropósitos que estaba cobrando la investigación de la trama, salpicada de versiones contradictorias y declaraciones más falsas que los duros antiguos de Cádiz. Cuando me desayuno esta mañana con la desconcertante declaración del asesino confeso, Miguel, el cual ha asegurado ante el juez que “arrojó el cuerpo sin vida de la muchacha a un contenedor próximo al lugar del crimen”. Qué podemos decir ahora, después de sufrir tantas mentiras que no han hecho más que agravar el dolor de una familia de la cual nos sentimos copartícipes todos. La mentira de unos niñatos confabulados en hacer perder el tiempo a la justicia ganando ventiun días para que el cuerpo de su delito se descomponga en un presunto contenedor, mientras se organiza una búsqueda sin precedentes en el río lamentablemente más conocido de España . Tiene que transcurrir más de un mes de intensos rastreos por las turbulentas aguas de la desdicha con un despliegue de efectivos y medios incalculables con resultados infuctuosos, para que para que nos enteremos –mientras tanto- que la menor y novia del asesino confeso, Miguel, sabía desde el primer día que éste había asesinado a Marta. Ocultación y miedo a decir la verdad, que puede resultar comprensible en la inmadurez de una menor, pero que resulta a todas luces de lo más insolente e indigno de parte de personas mayores y responsables como la madre y la abuela de esta niña de Camas que de manera ostensible colaboraron para que esta farsa continuara haciendo perder un tiempo precioso a la reconstrucción de los hechos. Es obvio que la policía hizo bien su trabajo, tan obvio como la precipitada forma en que quiso encajar un puzle lleno de deficiencias en cuanto a horarios, cayendo inocentemente en la trampa de las mentiras pactadas, que le hacían creer –con un 99,9% de probabilidades que el cuerpo de Marta estaba en el río. Cuantas mentiras tendremos que soportar en este caso, para que nuestra impotencia y rabia no se desborde ante semejante iniquidad. Ojalá de una vez por todas, la pobre Marta, nos muestre la luz de sus restos mortales, desde el vertedero de Alcalá, donde se centran ahora todas las investigaciones, y esta cadena perpetua que están sufriendo sus padres, vea por lo menos la paz de que se hace justicia.