Pasó la primavera de mi vida y sigo enamorado...

Pasó la primavera de mi vida y sigo enamorado...
"la justicia es ciega, pero no tonta"

martes, 21 de julio de 2009

otro café...

El zorro sigue vivo, a pesar de estas calores espesas e insoportables. Estuve con Mercedes, el pasado fin de semana, necesitaba a un amigo y a ella recurrí que acude siempre solícita. Tomamos café en una taberna climatizada y volvimos a repasar los rincones de nuestras vidas que quedaron a oscuras. A ella, le siguen brillando los ojos a pesar de su apagada sonrisa. Las personas como Mercedes, seguras de sí misma, son tristes; no saben posar ni fingir, su cara la delata incluso en las fotos: reflejan un no poder aunque quieran aparentar que pueden con todo. Su gestos ya no son tan desafiantes ni descarados, ahora me mira incapaz de ocultar cierta dulzura. Se queja y suspira para no perder la costumbre, reconoce sus culpas porque no dejar de justificarlas sin embargo continúa analizando las mías con la noble intención de absolverme de ellas. Mirándola a los ojos, el zorro piensa: “Dios mío, qué forma más contradictoria de amar”; por un lado los celos –casi enfermizos- celos a la ciudad de mis amores, a sus costumbres y tradiciones, a la noble causa de caballero andante a la que me consagré en vida a favor de los más desfavorecidos, a la fama y leyenda que me convirtió en héroe convicto. Mercedes no lo pudo soportar, quiso al zorro para sí misma, necesitaba al hombre y no estaba dispuesta a compartirlo con nada ni nadie. Ocasiones no le faltaron para combatir su soledad. Mercedes tuvo muchas oportunidades en la vida, para engañar al zorro, aprovechando las artes mágicas de su abrumadora belleza, por la que suspiraban numerosos pretendientes poniendo a sus piés la mitad de sus reinos. Pero el verdadero amor es así, desconcertante y desquiciado, concebido para llorar a solas de rabia besando el olor de la ausencia, para maldecirla luego en presencia del amado. Ahora comprendo, que Mercedes, me quería hasta con su desprecio, que sus reproches y amenazas que su rechazo y desesperación, eran súplicas veladas del corazón, que por dentro estaba diciéndo: abrázame, bésame, amame, tómame porque soy tuya y siempre lo seré.´Pero el zorro es cobarde, como todos los hombres, ligero de arrojo, pero cortito de mente y siempre huyó hacia delante con su máscara.

2 comentarios:

  1. Me choca bastante tu percepción d 'verdadero amor', y quiero pensar q tergiversas el concepto para resultar más poético... No crees q ya esta bién d q sigamos defendiendo q sufrir mucho equivale a amar mucho?? É un poné... :P

    Besoo

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la guarida del ZORRO

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