Pasó la primavera de mi vida y sigo enamorado...

Pasó la primavera de mi vida y sigo enamorado...
"la justicia es ciega, pero no tonta"

martes, 13 de octubre de 2009

LOS REYES AL SOL

Ayer sufrí de una manera indecible. Sufrí al ver lo profesional que continua siendo Su Majestad el Rey, presidiendo el Desfile de las Fuerzas Armadas, un año más. Sufrí por que no se equivocara o equivocase en el solemne besamano que le rinden las distintas Autoridades., porque no diera un mal paso o tuviera un mal pié a la hora de pasar revista a las tropas que le rendían honores. Y aunque Su Majestad el Rey, tiene oficio y profesionalidad a raudales, sufrí por las vanas nimiedades que marcan su bien aprendido protocolo; como por ejemplo, que no levantara el brazo derecho a la hora de saludar, formando un ángulo recto perfecto con el cateto imaginario que vá desde las sienes hasta su hombro. Todo parecía ir viento en popa, hasta que mi sufrimiento experimentó cierto grado de indignación, cuando escuché las voces airadas de un grupo de exaltados que se mezclaban con el público expectante, profiriendo gritos en contra de nuestro Presidente del Gobierno: “Za-pa-tero, di-mi-sión, za-pa-tero, di-mi-sión”…ante tal falta de respeto y mal gusto, mi corazón se aceleró y un sentimiento de crispación recorrió todo mi cuerpo totalmente entregado y en aras de la mayor brillantez y gloria de tan trascendental manifestación de los valores patrios. Sufrí porque el cuerpecito gentil de la bienaventurada Vicepresidenta primera del gobierno, Dña. Mª Teresa de la Vega, no se desintegrara por los efluvios otoñales, desvaneciéndose lánguidamente sobre el asfalto, por causa de un previsto desajuste en su delicada dieta. Sufrí por los ilustres invitados que ocupaban tribuna, especialmente por el paternal líder de nuestra oposición, don Mariano, que parecía sufrir los rigores de un clima que no obedecía al tejido de traje elegido para la ocasión, conociendo sus evidentes problemas de transpiración corporal y así, a medida que el tiempo transcurría, se fue agudizando mi sufrimiento al observar como el sol bajaba desde lo más alto del Paseo de la Castellana, bañando con sus rigores a todo Dios que no encontrara refugio en el más leve indicio bajo una sombra. Mi sufrimiento se convirtió en angustia al comprobar como el Palco Real, se incendiaba por un sol de justicia que resplandecía de lleno en las egregias figuras de sus Majestades de manera implacable, desde el comienzo de la parada militar, obligando a Doña Sofía a manipular su distinguido abanico de manera ostensible, mientras que por otra parte, su Majestad el Rey, don Juan Carlos, permanecía impertérrito, guardando su compostura, como obedece a una figura de tan alta dignidad, impasible –cara al sol- con su guerrera nueva y atributos reales, sin nisiquiera unas gafas de sol que llevarse a su rostro. Y así fue como no pude continuar sufriendo este indigno sufrimiento de ver a sus majestades y altezas reales aguantando estoicamente al sol, durante el tiempo que aconteció el Desfile de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, por lo que más sufrí en realidad, fue pensando en los ingenieros y arquitectos, técnicos, asesores, que habían diseñado la tribuna efímera de este año, sin observar el movimiento de traslación o rotación de las condiciones atmosféricas, incapaces de preveer el recorrido del sol a esa hora de la mañana, incurriendo flagrantemente en un delito de improvisación imperdonable por parte de los responsables de la Casa del Rey.

1 comentario:

  1. Creo que todo el que vió el desfile através de tve1, pensó que debía de dimitir al día siguiente los responsables de poner durante más de una hora a los S.M. los Reyes al sol. Un saludo. Continua dando en la diana.

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