Pasó la primavera de mi vida y sigo enamorado...

Pasó la primavera de mi vida y sigo enamorado...
"la justicia es ciega, pero no tonta"

viernes, 28 de mayo de 2010

POBREZA SUMERGIDA

Lo bueno de esta crisis es que tiene vergüenza y por eso le dá vergüenza expresarla en la calle. Es una crisis digna, vive bajo su techo, habita piso con todas sus comodidades, incluso paga religiosamente la hipoteca y se queda antes sin comer. Es una crisis que se ha quedado encerrada en la calidad de una vida estafada o en la quimera de una calidad cuyos intereses había que devolverlos con el coste de la propia vida. Es una crisis pudorosa y callada que pasea triste por la calle engañándose a sí misma con sus apariencias. Es además una crisis que ha maquillado el mito ibérico de la envidia: no se alegra del mal ajeno, es que lo siente como propio en sus carnes… y lo peor, esperando en el quicio de su puerta a que vengan los enterradores. La tristeza del bien ajeno ha dejado de ser pecado capital, para convertirse en vergüenza, vergüenza de los nuevos pobres que no quieren reconocer que han cruzado el umbral del fracaso. Miedo ahogado en las bañeras y “yacusis” de los que sienten la angustia de vivir por encima de sus posibilidades; Vergüenza de un ocio impuesto por la ruina del paro, que se sienta incómodo a mirar alrededor sus propias comodidades. Es una crisis en principio silenciada, que sufre ahora el silencio de desviar la mirada hacia otro lado, que se consuela a sí misma con el consuelo de los otros, vecinos que al encontrarse en el ascensor ya no agachan la cabeza sino que levantan la frente para leer los mismos pensamientos. Es una crisis pudorosa y doliente, solidaria y digna de lástima que pasea por las calles de su ciudad, reflejando la recalcitrante realidad anunciada en los escaparates: Se Vende, Se alquila, Se traspasa sin solución de continuidad en las persianas cerradas a cal y canto. No hay mal que por bien no venga y de todo se aprende en la tragicomedia de la vida o en el melodrama de esta crisis histórica, donde la sociedad del “bienestar” ha vuelto a quitarnos el caramelo de la boca para dejarnos parados frente al televisor de plasma –metáfora a domicilio de los contenedores de basura- pero a pesar de habernos cogido desprevenido y dispararnos a la espalda como hacen los cobardes, esta vez estamos lo suficientemente mentalizados y preparados para concederles ningún tipo de justificación a los incompetentes que nos gobiernan y ellos saben en el fondo de sus más íntimos despropósitos, que su vergüenza política es infinitamente inferior a la vergüenza moral que sentimos los ciudadanos.

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