Monologo Rociero

Este zorro se muerde la lengua, por no hablar de ese indigesto rocío de las vanidades, que se te atraganta al ver la impresionante movida que se pone en marcha hacia las marismas, pertrechada de todo lujo de detalles y comodidades. ¡que poderío!...Qué derecho tengo yo a señalar a esos “señorit@s” –bien plantados- habiendo tanta buena gente que se ha llevado todo el año, juntando –como una hormiguita- para vivir su fe. Porque ese misma buena gente, también se lleva juntando todo el año –como una hormiguita- para costear su túnica, los escudos bordaos de su túnica, las manoletinas, las hebillas de plata, las sillas en la campana, las papeletas de sitio, el traje, la mantilla.-..al igual que se llevan juntando todo el año –como una hormiguita- para el abono de la caseta, el de los toros, el caballo, el picadero, el traje corto… No, la verdad, es que no tengo ningún derecho a criticarlos, pero mi espada sí, que se me vá de las manos surcando en el aire estocadas de rabia. ¡Que bonito es el Rocío, qué bonita la marisma con sus flores!...¿no va a ser bonito?, así dá gusto, hacer el camino desde la altura de una buena jaca, llevando por jineta a una morenaza o a la tía más fea del mundo. ¿Peregrino, romero?...de qué…si eso es una excursión de lujo, vestida con sus mejores galas; si la caravana está formada –en su mayoría- por una perfecta logística de carriolas, dotadas de todos los medios y comodidades (aire acondicionado incluido)…y –ala- a cantarle a la Blanca Paloma a coro. ¿Han visto vdes a los chicos del coro? (no me refiero a la película). Parecen que han salido de la sala de maquillaje de un estudio, para actuar por televisión. Y es que –claro- los está viendo todo su barrio: ¡qué poderío! Hay que ronear. Si vd cree que esa gente hace el camino andando, detrás de la carreta del Simpecao…lo lleva claro. Un ratito, lo que duran las cámaras de las tv locales en firmarlos, el tiempo que tardan en llegar sus “criados” a recogerlos con el 4x4 lanzadera, que no veas tú el carrito de remolque que lleva consigo el 4x4 –gloria bendita- . No ¡hombre no! Que se ven muchas gentes detrás de la carreta del Simpecao –aferrao a su barra- tragando polvo por las arenas con sus pañuelos a la bandolera…sí, pero esos son los pardillos que van trabajando para la hermandad; los priostes, los auxiliares, las abuelas de los priostes y los auxiliares y cuatro peregrinos de los de verdad, que van cumpliendo promesa. Donde verdaderamente se dá vd cuenta de la película, es cuando la caravana, llega a la acampada –la pará- . Horas antes ya han tomado posiciones las respectivas carriolas de los grupos de élite que van haciendo el camino. El dispositivo de instalación, es impresionante, se colocan los toldos para preservarse del sol y el aire, se coloca la amplia gama de butacas y sillas playeras; las mesas, los manteles de papel con sus pinzas, menaje, vajilla, cubertería (de deshecho), los más pudientes se lo encuentran todo dispuesto por parte de sus asalariados. Los mozos de cuadra esperan a los señoritos para apear a los sufridos caballos; se arrancan los motores, baterías y generadores: ya hay luz, frío en las cámaras, aire acondicionado, agua caliente. Al tiempo llegan los grupos de “peregrinos”, exhaustos, polvorientos, bronceados, blandiendo sus varitas de romero, palmas, compás, risas y canturreo. Se duchan, se cambian y aparecen radiantes preparados para vivir la noche del camino. En la mesa –gloria bendita- todo está previsto y estudiado. Al rato llega la carreta del Simpecao…ande y asómese a ver cuantos romeros y peregrinos trae…por curiosidad. Acérquese llegada la hora del Rosario y se dará cuenta de verdad, quienes son los rocieros de fe y quienes los que van a lo que van. Pero claro, este zorro no tiene ni tiempo ni ganas de escribir el resto de los capítulos que componen este falserío que mueve a más de un millón de personas en torno a una Virgen que levanta todo tipo de pasiones y pasiones de todo tipo.