Que nos creemos que la felicidad es como el amor, aquello de lo que todo el mundo habla sin conocerlo. Pobres cretinos los que pensamos que hemos llegado a cualquier decisión, antes de aceptarla, cuando en realidad nisiquiera hemos pensado nada. hay un amigo por ahí, que me lanzó una frase incisiva: "Dios olvida a los que ama" o algo por el estilo, porque mira que ayuda Dios a los que no lo necesitan y a medida que menos lo van necesitando más les ayuda, sobre todo a olvidarse de que son hombres, antes que traficantes de la comodidad. Que nos creemos que vamos a encontrar la felicidad-vulgo-amor- tan solo porque hemos salido a buscarla. La felicidad ya la tuvimos en nuestras manos distraidamente, no hay más que poner en hora el reloj del recuerdo; un reloj que se para en los buenos momentos pero que se descompone y canta hasta los cuartos con precisión suiza y tenebrosas campanadas, cuando intentas observar la mala hora de los peores recuerdos. Fíjate como son los recuerdos de traidores y desalmados que te balancean en la hamaca del tiempo para que sueñes la placidez de tus momentos de gloria, todo el mundo ha tenido más de un minuto de gloria si se asoma al mirador buscando la luz...¡todo el mundo!, en cambio si andando el camino le puede la tristeza de las falsas prisas y el vértigo de la responsabilidad descompensada, se perderá en la profundidad de un bosque que se cierra herméticamente, incluso antes que la oscuridad le sorprenda con los nudos del aire. Saber mirar es parte del secreto, no hacia donde debes, sino hacia donde quieres, hasta que te convenzas por tí mismo, que nadie es culpable de sufrir las consecuencias de tus acciones, sino más bien -inocente- de haberlas padecido por defecto de amor. Cuando uno piensa tanto en la felicidad del otro, cuando a uno le preocupa tanto el bienestar del otro, cuando uno parece perdido en la indiferencia de la soledad mejor acompañada, termina queriendo empezar de cero. Eso no quiere decir que el tiempo es perdido, sino que el tiempo no sirve para otra cosa que lo que tu quieras emplearlo. La naturaleza nos enseña la verdad hecha rima becquerina: "volverán las oscuras golondrinas"...pero aquellas que aprendieron nuestros nombres..."esas no volverán". Los que volvemos queremos ser otros, porque nunca quisimos reconocer, que siempre seremos nosotros mismos.
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