Fíjate si éramos buenos los niños y niñas de entonces, que nuestros padres nos dejaban dormir en casa de los vecinos. ¡qué digo, vecinos, en casa de nuestros tíos y tías, abuelos y tatas…sólos solitos y desamparados. ¿Hay algo más peligroso que dejar a un menor en casa de un pariente?..pero es que éramos tan buenos y obedientes, tan temerosos y respetuosos con nuestros mayores, tan fieles e incondicionales para nuestros padres. Os cuento el caso de mi querida amiga Teresa; Teresa era una niña preciosa, con una belleza natural que no dejaba indiferente a nadie. Era la primera hija de un matrimonio casado a las trancas por causa de una barriga (hoy embarazo no deseado )que se fueron a vivir a una choza en la diáspora de la ciudad. El padre de Teresa se ganaba la vida –como buenamente podía, en los años´50 del pasado siglo- la madre con 16 años (casi una niña)se dedicaba a las tareas domésticas y a la venta ambulante. Teresa, creció, desatendida en todos los aspectos y suponiendo una carga adicional, para la búsqueda y subsistencia de la familia, por lo que pasó bajo la tutela de sus abuelos paternos con apenas 5 añitos. No hay nada peor para un niño, que esconder los dulces y golosinas bajo llave, en aquellos tiempos de necesidades y hambruna, cosa que hacía su desconfiada abuela a diario, por lo que Teresa se tuvo que convertir en la víctima propiciatoria de esa lucha entre el ratón y el gato. Comenzaron las palizas y los castigos y se acrecentó la fama de revoltosa y traviesa de la chiquilla. Le faltó tiempo a la abuela para ingresar a Teresa en el internado de las Monjitas..., donde la desestructurada niña, protagonizó una serie de travesuras e incidentes, que traían a las Hermanas en jaque (aunque en honor a la verdad, estas tropelías eran el precio que pagaban los justos-rebeldes por los pecadores que saben tirar la piedra y esconder la mano). Así pues, Teresa fue expulsada del colegio y devuelta a la abuela con una nueva etiqueta. Como, menos darle cariño, la abuela no sabía que hacer con la niña, se la remitió de nuevo a los padres y así –de mano en mano, como la falsa moneda- llegó hasta el lecho de su abuelo (malas puñalás le den), el único que se preocupaba en sacarla de paseo, comprarle globos, llevarla a la Cabalgata de los reyes….con el único fin que la –chiquilla-le chupara las atenciones por las noches. La pobre Teresa, inconciente de la gravedad de los hechos, pero sintiéndose agredida por tanta maldad, buscó refugio –de nuevo en sus padre- y llegó hasta a confesar las violaciones, pero sus padres, dieron más crédito a la mala fama de la niña que a la propia verdad y encima le propiciaron otra paliza de bienvenida. Por si esto no fuera poco en un desesperado intento por “corregirla”, la enviaron a servir con apenas 8 añitos a una lejana localidad de Castilla. Habría que ver a mi amiga Teresa con su maleta beig de cartón, viajando sólita a tierras tan lejanas (puro melodrama venezolano), pero el caso es que en la casa donde fue a servir (una familia noble y cristiana, bendecida con dos hijos), el cabeza de familia intentó reiteradas veces forzar a Teresa y estuvo a punto de conseguirlo ,sino es por que la niña, le propició una patada en sus partes más nobles, que ya se imaginarán Vdes., las consecuencias dramáticas que tuvo…vuelta a empezar, mi querida Teresa regresó solita a casa con un nuevo “borrón” en su expediente, pero entonces su madre, lo comprendió todo con una sola mirada y ya no volvió más a separarse de sus padres hasta que salió de su casa, felizmente casada.
Se lo dice, el Zorro, su más fiel servidor aventurero y decadente…cuidado con vuestros hijos…el enemigo acecha bajo el envoltorio de celofán…no se fíen del vecino más cariñoso ni atento y menos de dejar a sus menores incondicionalmente, en manos de sus parientes…todos fuimos víctimas o pudimos serlo..¡éramos tan buenos y confiados!....rebusquen –sinó- por los callejones oscuros del recuerdo. El Zorro.
Nota: El nombre de Teresa es pura ficción.
Suena terriblemente horrible lo que cuentas y me da la sensación de ser un relato de realidad.
ResponderEliminarEs un sabio consejo el que das.
Un abrazo