No me vengan a mi
con rumores de celos
ni con roces de envidia
ni lima de desprecio.
No me enseñes los ripios
del bricolage casero
que me crié en la calle
del que siembra los vientos-
Tráiganme tempestades
de unos largos con hielo
las pavesas granates
de los labios de un beso
los sudores mortales
de esperar en el lecho
temblando de agonía
por el sabor de tu sexo.
Tráiganme las almendras
saladas de unos pechos
turgentes como globos
perfumados de heno
las teclas de una risa
que enseñen el solfeo
en el negro piano
de un café mañanero.
No me vengas con prisas
que sabes que soy lento
que no tengo malicia
que me faltan reflejos
que aunque pienso en lo malo
que aunque me pueda el miedo
y no tenga palabras
más que estos pobres versos.
Solo pienso en la vida
y cuando en ella pienso
huyo como un cobarde
de los malos momentos
que nunca vienen sólos
que se encargan de ellos
los barruntos pontífices
del rollo maniqueo.
Así que no me vengas
con augurios ni cuentos
con negros nubarrones
con tibios desconsuelos
con sueños imposibles
ni con malos recuerdos
que no entiendo razones
ni más razón encuentro
que la del corazón
que late aquí en mi pecho.